ARTICULO

El Primero de la Tarde

Autor: Dr. Ángel Romero Cárdenas

¡Nunca se había sentido tan solo…! Solo, en medio de una multitud, rodeado de tanta gente tan desconocida, tan demandante, tan indolente y sin alma… En el centro mismo de un círculo perfecto, de un redondel… Nunca había sentido esta soledad… La soledad presiona, oprime…, destruye.

¿Por qué está haciendo esto?, ¿Por qué quiere notoriedad, popularidad…, fama? ¿Para qué quiere –a sus veintitantos años de vida– esa ilusión alada, volátil y etérea, ese espejismo que dura…, poco menos que nada? Es ambicioso y lo quiere todo, pero no puede, no quiere esperar… Lo quiere todo, pero lo quiere ya… en este momento, ahora, no después cuando ya sea demasiado tarde, cuando se haya apagado el brillo de sus ojos y le duelan los huesos por las mañanas y… el alma por las noches. Cuando el cabello le haya cambiado de color o haya decidido abandonarlo. Cuando el vientre se abulte y le impida lucir el traje de luces o atarse los machos… Entonces sería demasiado tarde o tal vez hasta ridículo… Lo quiere todo… pero lo quiere ahora…

¡Torero, torero, torero…! Grita la multitud, pero no la escucha, no la oye, no le pone atención, porque está ensimismado…Sólo puede escucharse a sí mismo. Escucha sus pensamientos, oye su agitada respiración, siente al corazón saltando en su pecho… Cierra la boca… Se muerde los labios para que no se le escape. Está inmóvil, es de mármol, de esa piedra muy resistente, pero suficientemente dúctil como para poder ser moldeada… Está sembrado… Es el momento de máxima concentración, de máxima introspección… No se puede permitir ninguna distracción: un parpadeo puede ser demasiada oscuridad… Sólo se salvará si se concentra, si transforma, si amalgama, pensamiento y acción…

Te invitamos a seguir con la lectura en Motu Cordispágina 20

 

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