Autores: Dr. Patricio Heriberto Ortiz Fernández* y M. C. Braulio Ortega Plascencia
* Jefe del Departamento de Hospitalización 9o piso
Desde el siglo XIX, Stevenson (2010), el mítico escritor escocés, ya vislumbraba un panorama donde la gente desilusionada encontraba la vida como un escenario donde se venía a hacer locuras, y cuando éstas llegaban a su fin, la puerta falsa de la muerte era la salida de la puesta en escena. Entonces, un puñado de personas se unían clandestinamente en clubes recónditos donde por medio de una partida de póker, el destino dictaba que aquel que lograría su cometido sería el que obtuviese el “as de picas” en la partida y se convertiría en el aterrador ganador de una muerte sui géneris.
En México, a raíz del crecimiento del fenómeno del suicidio, de 170%, entre los años 70 y el siglo XXI, se puso en marcha el Programa Nacional para la Prevención del Suicidio (2023), el cual tiene entre sus objetivos principales la prevención, la capacitación del personal sanitario, a través del código 100, y la gestión de casos. Uno de los recursos más importantes con el que cuenta es el Cuadernillo Básico para la Prevención del Suicidio.
De acuerdo con la OMS (2021), cada año más de 700 mil personas se quitan la vida, es la cuarta causa de muerte entre jóvenes y no sólo ocurre en países de altos ingresos. Además, existe un vínculo muy bien documentado entre los suicidios y los trastornos mentales, en específico, la depresión y el consumo de alcohol.
En México, encontramos que el personal médico, en especial el más joven, se encuentra en la encrucijada perfecta entre las exigencias sociales de capacitación, la carga socioemocional que implica ser un galeno en el siglo XXI, las renuncias frecuentes a tener una vida “como la de otros”, el fácil acceso a medicamentos y la paradoja del “cuidador que se descuida”. Éstas, entre otras variables, han llevado a situaciones extremas a miles de estudiantes que anualmente deciden realizar el juramento hipocrático.
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