ARTICULO

Sobrevivientes de la pandemia

Autora: Q. F. B. Mónica Luz Cabrera López
Laboratorio de Microbiología, adscrito al Servicio de Infectología y Microbiología Clínica

Cuando nos reunieron en el auditorio a finales del mes de marzo del 2020, el doctor Jorge Gaspar Hernández, Director General del Instituto, comentó que había un virus que podía llegar a nuestro continente, que sólo en caso de que se rebasara la ocupación de camas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) y del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), nuestro Instituto sería reconvertido para la atención de los enfermos con Covid-19. Ese mensaje era tan lejano a nuestra realidad. ¿Cuándo se llenarían esos hospitales? Y en menos de un mes todo cambió…

Nuestro jefe del Servicio de Infectología y Microbiología Clínica, el doctor Eduardo Rivera Martínez, nos reunió a todo el personal en el laboratorio, claramente recalcó: “debemos usar el cubre bocas N95, cumplir con la sana distancia y con la higiene de manos para que no nos lleve la huesuda”. Posteriormente, junto con la jefa del laboratorio, la Q. F. B. María del Rosario Vázquez Larios, nos notificaron que se necesitaba el diagnóstico de Covid-19 para los pacientes que ingresaban al Instituto. Por ello, era necesario capacitarnos en la toma de muestras y después capacitar a los médicos residentes en el triple embalaje para el traslado de las muestras, así como en la colocación y el retiro del equipo de protección personal (EPP).

Nosotros nos encargaríamos de entregar material para la toma de muestras al quinto piso y realizar el embalaje de las muestras; posteriormente, los médicos residentes las llevarían al INCMNSZ para su procesamiento. A finales de mayo se implementó el proceso para el diagnóstico de SARS-CoV-2 para tener resultados oportunos.

Siempre hemos trabajado con muestras biológicas infecciosas, pero las medidas para recibir, trabajar y desechar este tipo de muestras aumentaron. Se elaboraron y se cumplieron nuevos procedimientos, reglas y algoritmos de trabajo, que se ajustaban día a día. Sin olvidar, claro, nuestro trabajo habitual del proceso de muestras microbiológicas. Era como caer al vacío, porque todo ocurría tan rápido, sin poder detenernos; el miedo se percibía en el estómago, en el corazón, porque además a todos nos preocupaba de sobremanera no contagiar a nuestras familias.

Te invitamos a continuar con la lectura en la página 14 d Motu Cordis

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