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Efecto nocivo de las bebidas endulzadas en la salud cardiovascular

Autora: LIC. Carmen González Salazar
Nutrióloga Clínica adscrita al Departamento de Endocrinología del INC

En los últimos años hemos visto en México muchos cambios en el entorno alimentario, que han repercutido de forma negativa en la salud. En nuestro país, siete de cada 10 mexicanos tienen algún problema de exceso de peso. Durante las últimas décadas, el número de personas con obesidad ha incrementado de forma acelerada y dramática, llevando a nuestro país a estar dentro de los primeros lugares a nivel mundial.

Si la obesidad sólo fuese un inconveniente para comprarse una talla mayor, no habría problema, pero desde hace tiempo se sabe que este exceso de peso es por tejido adiposo, más de 80% del exceso es grasa, este tejido es activo, es decir, continuamente está liberando diferentes sustancias dañinas para nuestra salud, que en el área médica conocemos como citocinas proinflamatorias. A la cantidad y presencia excesiva de estas proteínas liberadas en los pacientes con obesidad se le llama “inflamación de bajo grado”, que traerá tarde o temprano la aparición de diversas enfermedades como el hígado graso no alcohólico, resistencia a la insulina, formación de placas en las arterias, infarto al miocardio, diabetes mellitus, hipertensión arterial sistémica, el aumento en sangre de colesterol y triglicéridos, etcétera.

En el último siglo, han ocurrido cambios importantes en los ámbitos social, económico y laboral que han conducido a modificaciones en el estilo de vida de la población. Una de las consecuencias de mayor trascendencia es el cambio negativo en los hábitos de alimentación. Menos de la mitad de la población infantil, los adolescentes y adultos consumen frutas y sólo una cuarta parte de toda la población consume la cantidad de verduras recomendada por la Organización Mundial de la Salud, por otra parte, las botanas, dulces, postres y cereales endulzados es mayor a 50% tanto en niños, adolescentes y adultos. Este consumo ha aumentado considerablemente en las últimas décadas y, estos productos han ganado terreno en nuestras mesas. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 nos muestra que hay un alto consumo de energía proveniente de alimentos ultra procesados (panes, frituras, cereales con azúcar, postres, etcétera), así como un alto consumo de carnes rojas y carnes procesadas (embutidos). Los productos ultra procesados han desplazado a muchos alimentos naturales o poco procesados.

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