Autor: Dr. Ángel Romero Cárdenas
Adscrito al Servicio de Ecocardiografía
El movimiento es vida…
En el mundo de la imaginación, entre la realidad y la fantasía…, dentro de la certeza y la ficción, no hay límites precisos. El espacio y el tiempo se complementan. Es válido incursionar, explorar y vivir en todos los mundos posibles. La relación espacio-tiempo y el universo todo, son una creación mental. En lo infinitamente grande y en lo infinitamente pequeño, el principio y el fin son uno. La vida y la muerte siempre se acompañan. Los límites precisos, se borran. Todo tiene su opuesto; las fronteras no existen. Jugar con el espacio y con el tiempo es convertirse en alquimista. Es hacer una mezcla, una amalgama, una aleación irreversible y transmutar. Es moverse en un mundo sin dimensiones o con todas las dimensiones posibles, con su orden, con su ritmo, con sus silencios. Es entrar en un hoyo negro y salir –dondequiera que sea– sonriendo. Es bromear y jugar con la propia vida. Vivir hacia adelante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, en todas las direcciones… volver a vivir. Es comprender lo incomprensible, es esperar lo inesperado. Entender la esencia del vacío y el orden inherente al caos. Aceptar la incertidumbre, la complejidad y la impermanencia. Abarcar lo inabarcable. Es entender y aceptar mi espacio y mi tiempo. Aceptar mi propia vida. Es navegar sin puertos fijos. Es conjugar un verbo en todos los tiempos. Soñar y despertar, sin saber dónde comienza o termina el sueño. Viajar a través de y a pesar de la incertidumbre. Volar y transportarse con la imaginación y con el pensamiento, muchísimo más rápido que la luz.
Te invitamos a continuar con la lectura en la página 13 de Motu Cordis.