ARTICULO

Una historia con corazón

La pasión de Dani es el futbol

El sentir de un corazón anhelante

Autor: Daniel Alejandro Ríos Mereles

Un día caminaba por los pasillos del servicio de Cardiopediatría y vi sentado a Dani, un chico adolescente con una hermosa y alegre mirada; pensé en las ilusiones, gustos y pasiones que tienen los niños o niñas portadores de una cardiopatía congénita e imaginé que son historias de vida que se van forjando poco a poco, venciendo las vicisitudes que se les presentan y, en algunos casos, doblando esfuerzos para alcanzar una meta, un sueño o una ilusión.

Ésta es la historia de Dani:

Probablemente hayas escuchado decir a un niño que quiere ser futbolista, probablemente vas al parque de diversiones y ves a otros niños correr, saltar y pasársela súper en los juegos mecánicos. Bueno, ésta es la historia de un niño que también quería ser futbolista y divertirse en el parque de diversiones… con el pequeño detalle de que tenía una enfermedad en el corazón.

Hace ya algunos años, en un pueblo muy lejano nació un niño, fue un nacimiento normal como cualquier otro, los padres estaban felices de tener en sus brazos al nuevo integrante de la familia después de 9 meses de espera. Aparentemente el bebé estaba sano, era feliz y con un futuro divertido como el de cualquier otro niño. Pasaron alrededor de tres años cuando Dani se enfermó de la tos, por lo que fue necesario llevarlo al médico. Ya en el consultorio el doctor le dijo a la mamá de Daniel que se le escuchaba un soplo en el corazón, por lo que era necesario llevarlo con un especialista.

Al enterarse de lo sucedido los padres no dudaron en llevarlo al hospital, el médico en turno confirmó lo antes mencionado, sin embargo, también dijo que no habría de qué preocuparse, pues el problema se quitaría conforme el pequeño fuera creciendo: únicamente tendría que tomar un medicamento que le provocaría ir al baño con más frecuencia. Claro que esto no representaría un problema para los papás de Dani, pues su hijo se curaría en algunos años o al menos eso sabían por el momento.

Durante toda la etapa de preescolar y primaria Daniel se encontraba bien, según les decían a sus padres; sin embargo, la realidad era otra: por dentro Daniel sentía que se cansaba mucho después de jugar. A él le gustaba mucho divertirse con sus amigos y poco a poco fue disimulando el cansancio, pues creía que si les decía a sus padres que se cansaba mucho, ellos le prohibirían jugar.

Para conocer más de esta historia consulta el nuevo número de Motu Cordis en la sección de Labor por Convicción.

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