ARTICULO

EL MÉDICO ANTE LA MUERTE

Autor: Dr. Enrique López Mora

“Mi madre me contó que yo lloré en su vientre.
A ella Le dijeron: Tendrá suerte.
Alguien me habló todos los días de mi vida
Al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte”.
POEMA DEL MITO JAIME SABINES

 

La vida esta llena de incertidumbres. Una vez iniciada sólo existe una certeza: la vida es finita, se acaba. Conforme seguimos su cauce, nos acerca al encuentro final, a nuestro destino ineludible y común: la muerte. Desde luego alguien pudiera afirmar que antes de llegar a ese punto, los seres humanos tenemos la oportunidad de vivir una vida llena de experiencias, conocimientos, sensaciones, colores y deseos. De experimentar un mundo de tristezas y alegrías, en el que a través de la convivencia con nuestro semejantes crecemos como personas. Pero nuestro camino no es eterno.

A lo largo de la historia, la muerte ha sido vista de distintas formas, siempre en relación con el entorno cultural y en ocasiones bajo la influencia de puntos de vista religiosos. Sin embargo, para ninguna civilización pasa inadvertida.

En épocas recientes distintos pensadores han conceptualizado a la muerte como parte natural de la vida y aunque la separación de nuestros seres queridos habitualmente implica una experiencia dolorosa, la presencia de ellos en nuestra existencia se sigue materializando en el recuerdo y en la huella con la que nos marcaron.

Como parte de su ejercicio profesional la mayoría de los médicos afrontan la posibilidad del deceso de sus pacientes, sobre todo aquellos especialistas que atienden enfermos graves o que padecen condiciones degenerativas e irreversibles. Tal es el caso de las neoplasias malignas (cáncer) y las insuficiencias orgánicas crónicas (insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal y hepática, entre otras).

En algunos casos el médico tiene la posibilidad de establecer que el enfermo ha evolucionado a un estado avanzado de la enfermedad y que, por lo tanto, ha llegado a la etapa final de la vida. Más aún, el médico puede reconocer cuando el paciente ha entrado en la fase agónica.

Son muchos los puntos importantes en la atención de los pacientes al final de la vida. Entre ellos destacan: el derecho a la verdad en la información proporcionada al enfermo y a su familia, la empatía, el trato comedido y profesional, la disposición a la atención permanente de la situación del paciente (tomando en cuenta no sólo su condición física sino emocional) así como, la generación de una red de apoyo que entendiendo a profundidad las expectativas del propio enfermo consiga culminar su vida con propiedad, es decir, ejercer el derecho a una muerte digna. En ese proceso no podemos dejar de lado el tratamiento médico adecuado al estadio de la enfermedad.

Para saber más de el artículo consulta la sección de El quehacer del experto en la Revista Motu Cordis de Noviembre-Diciembre. 

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