Autor: Pedro Álvarez Rodríguez
Coordinación de Intendencia
Miras el reloj, encuentras alivio al notar que es hora de salir del hospital, estás cansado, ha sido un día pesado, ha sido un mes agobiante; aunque tengamos una rutina no se hace más fácil esta batalla contra las enfermedades que, cada vez, se adaptan más a nuestro entorno, se siente como si en su cadena alimenticia nosotros fuésemos la presa más atractiva. Desde el mes de marzo se alertó a todos que un nuevo depredador (que meses atrás se miraba muy lejano) acababa de llegar a tu país, el Instituto donde laboras tomó las medidas necesarias para atender a la población que pedía, sin aire en los pulmones, ayuda; el nuevo depredador estaba comiéndoselos desde adentro y tu gente necesitaba de tu valentía y conocimientos para mantenerse a salvo, desde entonces entendiste y valoraste tu papel de guerrero, arriesgaste tu integridad, rigiéndote con ideales de luchar o morir, te aventuraste en la batalla con la promesa de que esto pasaría pronto.
Tus primeras semanas de combate fueron duras, era el momento para poner en práctica todo lo que habías aprendido, y trabajar en lo que no dominabas, pasado un mes tenías el conocimiento suficiente para sobrevivir, hace mucho no tenías días así de difíciles, en ese entonces nadie cercano a ti estaba expuesto, tu familia cumplía con el aislamiento, bastaba ver el cansancio que había en tus ojeras para saber que el enemigo era difícil de vencer. Siendo la única persona en tu familia autorizada para salir decides sacar tiempo extra en tu día para proveer los víveres necesarios para los que amas; llegas al supermercado una vez por semana y disfrutas la tranquilidad del ambiente, resultaba muy extraño que con la vida tan acelerada de la ciudad esos momentos fueran una realidad, pero ahora lo son y estás encantado con eso. Cada que sales tomas las medidas necesarias para cuidarte y cuidar a los tuyos, sabes que el depredador es sigiloso, se sumerge en las cosas con las que tus manos tendrán contacto, para así atacar. Es por eso por lo que entiendes que tu cuerpo es tu única armadura, y mantenerla limpia y sana es la forma de mantenerte vivo.
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