Autor: Dr. Ángel Buenaventura Romero Cárdenas
La palabra rutina tiene una carga física y mental muy pesada. Rutina significa repetir un acto, hasta la saciedad, hasta hacerlo sin pensar, en forma automática, casi como un acto reflejo. Ver a una máquina poner remaches, es un buen ejemplo del significado de rutina. Es una secuencia invariable.
Todos los días me levanto de la misma cama, por el mismo lado. Me baño y lavo la misma cabeza. Voy a trabajar por la misma ruta, al mismo sitio. Me encuentro con los mismos compañeros y hago el mismo trabajo. Así han transcurrido, ya no sé cuántos años. Bien podría estar fastidiado por esto…, pero ahí viene el pensamiento salvador, liberador…: La actitud mental. Sucede que hoy es otro día. No necesito estar en el club de “AA” para entender que mi vida es diferente… “Sólo por hoy”. Que mi vida estará llena de cambios, sólo por hoy. Hoy, ya no soy el mismo… Hoy, todo es distinto… La percepción de la sutileza de los cambios depende solamente de mí. Nada es rutina. Una secuencia de movimientos durante el ejercicio no es rutina. Siempre que escucho que a alguien se le recomienda hacer algo de rutina, sé que se va a equivocar o no lo hará. Secuencia…, orden, disciplina, no son rutina.
Todos los días al salir de casa observo un “cuadrito” que hace un buen número de años me regaló mi novia. Más tarde, la valiente joven se casó conmigo y sigue siendo mi novia… La escena representa un amanecer, en una playa tranquila, en algún sitio del mundo. Las olas se repiten una y otra vez, sin descanso, sin pausa, sin cansancio, sin prisa. Una y otra vez, en forma constante e inalterable. Acarician y vuelven a acariciar la arena… se hunden, se mezclan y se pierden en ella… Otra parte de las olas regresan al mar, para repetir su ciclo interminable. Si las observamos con atención veremos que las olas realmente son diferentes.
Te invitamos a seguir leyendo en la página 14 de Motu Cordis.