ARTICULO

Temple y Resiliencia

Autor: Dr. Jorge Gaspar Hernández

La pandemia por el COVID-19 nos tiene inmersos en una situación de magnitud mundial que jamás pensamos que podría ocurrir. Es tal, que hasta ha superado a la imaginación de Albert Camus.

Por un lado, una proporción significativa de la población juiciosa, que no tiene funciones vitales en esta crisis, se encuentra en confinamiento domiciliario en el esfuerzo de menguar la propagación del virus. Como consecuencia, hay cierre de librerías, centros educativos y museos; hay cierre de oficinas, fábricas y distribuidoras de automóviles; hay cierre de centros comerciales, restaurantes y cines. Las iglesias también están cerradas, la atención electiva de pacientes con otras enfermedades en condiciones estables ha disminuido de 60 a 80%, las aerolíneas de pasajeros han reducido sus vuelos entre 40 y 80% y algunas naciones han restringido el cruce de sus fronteras. Vamos, hasta las olimpiadas y los juegos de fútbol se cancelaron.

Por otro lado, la pandemia ha desatado una andanada incesante de comunicaciones proveniente de noticieros y redes sociales donde se mezcla lo verídico con lo falso, donde la evidencia científica es contradicha por las intuiciones o por las decisiones de algunos gobiernos. Estas discrepancias generan la incertidumbre que lleva al desconcierto y puede provocar el pánico. Y aún nos falta conocer la magnitud de las consecuencias económicas, sociales y políticas que apenas empezamos a vislumbrar.

En suma, nos ha tocado vivir lo que parece irreal, donde el funcionamiento del subconsciente predomina sobre el control racional.

Los que trabajamos en el sistema de salud de México sabemos (por lo sucedido en Italia, España, Estados Unidos, Ecuador) que estamos ante una contingencia que puede rebasar nuestra capacidad para responder a la demanda de atención médica.

Te invitamos a seguir con la lectura del artículo en Motu Cordis, página 6

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