Autor: Psic. Braulio Ortega Plascencia
La llegada de una nueva persona al mundo es, para muchos, el evento más especial e importante dentro de la naturaleza humana. Emprender el proyecto de maternidad y paternidad, planificar una herencia material y sobre todo emocional, debería ser una tarea clímax en la sociedad contemporánea del siglo XXI. La descendencia genética marca a las familias y cambia las dinámicas, para muchas personas la idea de ser madre o padre podría implicar en sí su autorrealización, sobre todo, en nuestra cultura patriarcal; en el caso de las mujeres, pues tradicionalmente les han dado mayor responsabilidad, por esa razón, los hombres deben estar cada vez más sensibilizados y capacitados cuando se habla de temas que tradicionalmente han sido asignados a ellas, además, existe información cargada de prejuicios, que es anacrónica y con graves problemas de estigmatización, segregación, exclusión y falta de perspectiva y empatía.
Cabe mencionar que, aunado a lo anterior, un nacimiento se interpreta en términos económicos, como la llegada de una nueva persona consumidora, es decir, se piensa en comprar enormes cantidades de pañales desechables, fórmulas, ropa y accesorios, pero poco o nada se habla del trabajo y de la responsabilidad emocional y del compromiso que deben los hombres adquirir con sus hijas e hijos. Es común que las madres se preocupen más por la prevención de enfermedades y el desarrollo sano del niño, es decir, el rol de cuidadoras y que los padres lo hagan con los gastos, la manutención y el rol de proveedores que aprendieron desde la niñez.
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