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El mal de la “Rodilla del Corredor”

Dentro del mundo de las lesiones deportivas, la inflamación tanto de las articulaciones como de las membranas que conectan o recubren los músculos son dolencias muy comunes.

De hecho, estas membranas suelen ser el origen de múltiples lesiones deportivas o no asociadas a la práctica del deporte, como es el caso de la fascitis plantar o dolor en la planta del pie causado por la inflamación de la fascia plantar o membrana que recubre esta zona.

Aunque es una lesión típica de corredores, el síndrome de la cintilla ileotibial también puede producirse en cualquier individuo que no realice un deporte determinado, dado que no precisa de una contusión o golpe previo.

Lo que sucede, es una inflamación de la banda, fascia o cintilla iliotibial, una porción de tejido que se extiende desde la zona superior de la cadera hasta la zona más externa de la rodilla, llegando a su zona más baja, hasta la tibia, uno de los dos huesos de la pantorrilla. Es una de las diversas conexiones musculares que existen entre la cadera y la rodilla, y su misión es colaborar en la estabilización de la articulación de la rodilla al caminar.

Cuando se lesiona esta membrana, se produce un dolor progresivo que suele señalarse en la zona más externa de la rodilla. Se trata de un dolor que empeora al correr o caminar rápido, sobre todo cuesta abajo o a un ritmo lento. Además, el dolor puede irradiarse o “extenderse” por toda la membrana, y afectar también a la cadera.

Existen diferentes factores que podrían precipitar un síndrome de la cintilla ileotibial, tanto en deportistas como en la población general:

– La forma de caminar.

– Sufrir desviaciones de las articulaciones de la rodilla, como es el caso de las “piernas arqueadas” .

– Debilidad de los músculos aductores o internos del músculo, o bien de los músculos abductores o músculos externos.

– En lo que se refiere a la práctica de deporte, el uso de zapatillas inadecuadas, una mala técnica de carrera o correr por terrenos irregulares también parecen ser desencadenantes de la lesión.

Aunque existen causas múltiples, es recomendable empezar el síndrome en las primeras etapas del dolor. Principalmente evitando los factores desencadenantes: mejorar la forma de caminar, mejorar el tono muscular de las piernas, o bien elegir otras zapatillas si se practica running, entre otras mejoras. De hecho, a nivel deportivo, es muy recomendable realizar estudios biomecánicos, estudio de la pisada e incluso usar plantillas si fuese necesario.

Por otro lado, están los tratamientos conocidos como conservadores o no farmacológicos, como el frío local o usar hielo sobre la zona de dolor, el uso de ultrasonidos, masajes por parte un fisioterapeuta y reposo relativo.

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