Autor: Hermes Ilarraza Lomelí
Articulo tomado de la revista Motu Cordis 7
Un par de decesos capturaron la atención de los diferentes medios de comunicación: Carrie Fisher y su madre Debbie Reynolds, fallecían con una diferencia de apenas unas horas. Sin duda, a muchos integrantes de nuestra generación, nos conmovió la muerte de quién encarnara a la Princesa Leia en los episodios IV al VII de la saga Guerra de las Galaxias; mientras que otros que pertenecen a generaciones anteriores, recordarán con nostalgia a una de las protagonistas de Bailando bajo la Lluvia, junto a Fred Astaire.
Inicialmente, llama poderosamente la atención que ambas fallecieran por algún tipo de enfermedad cardiovascular; Carrie fue víctima de un infarto del miocardio mientras que Debbie murió por una apoplejía. Este hecho nos recuerda que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en las mujeres de México y el mundo, patologías que suelen asociarse a la presencia de múltiples factores de riesgo que son descuidados o parcialmente atendidos. Este patrón de negligencia de género, sucede en gran parte a que, anteriormente, se pensaba que las hormonas femeninas protegían a las mujeres de la aterosclerosis, una visión errónea que incluso ha permeado hasta la actualidad.
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