ARTICULO

Microbiota normal y anormal del tracto genital inferior

María del Rocío Reyes Montes1, María Guadalupe Frías de León2, Esperanza Duarte Escalante1, Polita del Rocío Cruz Cruz3, Gustavo Acosta Altamirano4

RESUMEN

El tracto genital inferior femenino (cuello uterino, la vagina y la vulva) está normalmente colonizado por diversos microorganismos. La diversidad de esta microbiota varía con el pH y la concentración de estrógenos de la mucosa, por lo que presenta cambios de acuerdo con las etapas de maduración durante la vida de la mujer. Las infecciones del tracto genital inferior, de acuerdo con su patogenia, se pueden clasificar en endógenas y exógenas. Los componentes principales de la microbiota bacteriana normal del tracto genital inferior femenino son los Lactobacillus spp., bacilos anaerobios facultativos u obligados, siendo L. crispatus, L. jensenii, L. iners y L. gasseri las especies más prevalentes. La microbiota anormal se caracteriza por un aumento de la diversidad de especies microbianas, ocasionada por especies bacterianas transmitidas por vía sexual (Chlamydia trachomatis, Neisseria gonorrhoeae, Treponema pallidum), por la colonización de un organismo que no es parte de la comunidad vaginal normal. La importancia de conocer el microbioma humano radica en comprender cómo funcionan y cómo interactúan entre sí y con su huésped, y cómo cambian con el tiempo y en respuesta a las perturbaciones, las influencias ambientales y estados de enfermedad.

Palabras clave: infecciones, tracto genital inferior, bacterias, bacterias, virus, parásitos, hongos.

ANTECEDENTES

El tracto genital inferior femenino (cuello uterino, la vagina y la vulva) está normalmente colonizado por diversos microorganismos. La diversidad de esta microbiota varía con el pH y la concentración de estrógenos de la mucosa, por lo que presenta cambios de acuerdo con las etapas de maduración durante la vida de la mujer (Yamamoto et al., 2009). La colonización microbiana de la vagina comienza desde el nacimiento, cuando la niña entra en contacto con las bacterias de su entorno, ya sea las del tracto vaginal de la madre o la piel de quienes atienden al neonato (Hickey et al., 2012). En las 2-4 semanas posteriores al nacimiento, el estrógeno materno promueve el engrosamiento del epitelio vaginal y la producción de glucógeno, y éste es fermentado por las bacterias adquiridas al momento de nacer, con lo que el pH vaginal disminuye.

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