Autora: Lic. Ernestina Pinal Moreno
Jefa de Enfermería de la Consulta Externa
Escribir lo que a continuación van a leer representó para mí una gran carga emocional, ya que vinieron a mi memoria, infinidad de vivencias, situaciones difíciles, graciosas, dolorosas, personas entrañables que marcaron mi vida, y no me refiero sólo a compañeras, enfermeras, médicos, trabajadoras sociales, de intendencia, etc., sino también y lógicamente, a los pacientes; en fin, recordé, hasta donde me fue posible todo aquello que contribuyó en mi formación y trayectoria profesional. Este breve espacio con el que me honran, lo ocuparé para plasmar en él sólo unos pocos recuerdos de tantos que tengo.
Mi ingreso en 1980 a esta institución la debo a una de las personas más importes de mi vida, mi padre, al gran señor Pinal, hombre culto y conocedor de calles, edificios, museos, instituciones, mi padre, al saber mi interés por esta profesión permitió que de manera independiente buscara en dónde estudiar, al pasar el tiempo y al no verme convencida de los lugares que yo había visitado, me dijo: “yo te voy a llevar a la Escuela de Enfermería del Instituto Nacional de Cardiología, orgullo de México, para que si te gusta, hagas tu solicitud de ingreso”. He de confesar que fue una impresión muy fuerte y grata, verme frente a este hermoso e imponente edificio y ser recibida por Sor Beatriz Zambrano, directora en ese entonces de la Escuela de Enfermería. Y fue así como empezó mi andar por esta mi Casa, la considero así, porque aquí me formé y he pasado toda mi vida profesional como enfermera.
Soy privilegiada al poder decir que soy testigo activo de la transición de nuestra profesión de un siglo a otro, es inconmensurable para mí recordar la experiencia de pasar de lavar frascos y prepararlos para conformar un sello de agua, a sólo elaborar una receta a la farmacia y obtener su dispensación, ocupar un día a la semana para el lavado de patos (cómodos), si bien no lo hacíamos directamente teníamos que colaborar con la actividad; lavar paredes en la Terapia Intermedia, aunque no era cosa rutinaria, en algún momento era imprescindible realizarlo y aprovechábamos ese espacio para platicar y reír entre nosotras.
Te invitamos a continuar con la lectura en la página 14 de Motu Cordis