ARTICULO

Un anatomopatólogo y el corazón

Autora: Dra. Silvia Jiménez Becerra
Médico adscrito al Departamento de Anatomía Patológica del INC

Antaño el diagnóstico de Cardiopatía Reumática podía ser una sentencia de muerte…

A principios del siglo XX, la medicina en Europa y específicamente en Alemania, se encontraba en un convulso periodo de transición. La medicina tradicional basada en la anticuada teoría humoral de Hipócrates finalizaba y era reemplazada por la medicina científica. Ese país hacía notables avances, por ejemplo, Emil Von Behring desarrollaba el primer eficaz toxoide anti tetánico y Paul Ehrlich la primera vacuna contra la difteria y la primera sulfonamida antibiótica. Una insidiosa pregunta, siempre presente, preocupaba a la comunidad de médicos de aquel entonces: ¿Por qué el corazón falla infaustamente en la carditis reumática? Su diagnóstico solía ser una inevitable sentencia de muerte y esta misteriosa interrogante tendría a muchas personas ocupadas durante los siguientes 150 años.

El doctor Ludwig Aschoff (1866-1942), un inquisitivo anatomopatólogo en la Universidad de Freiburg, dirigía desde hacía tiempo su atención a este problema. Realizó varias autopsias, buscando incansable y persistentemente en el microscopio, revisando varios cientos de laminillas con niveles de corte microscópico, tratando de asociar el daño al sistema de conducción (cuya disección para lograr su observación ya es en sí una tarea titánica y colosal). Varias de sus primeras autopsias no mostraban evidencias, hasta que en 1906 anota en su diario científico: “Heute haben wir es endlich gefunden”, que se traduce como: “Hoy por fin lo encontramos”. Refiriéndose a una necropsia en particular, observó nódulos con necrosis miocárdica que involucraban extensamente al Has de His. Esta necrosis estaba causada por perivasculitis de los vasos que nutren al miocardio, la adventicia de éstos tenía ciertos nódulos peculiares que resultaron ser patognomónicos de carditis reumática (CR) y se agregan también células de núcleos polimorfos o indentados. Estos agregados celulares toman la forma de un abanico o una roseta. La grandeza del hallazgo, es decir, la contribución no sólo radica en el reconocimiento del granuloma en particular, sino en su intuición para sugerir que el daño al miocardio era secundario a una lesión específica del tejido conectivo.

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