Autor: Dr. Rodrigo Zebadúa Torres
Médico adscrito del Departamento de Cardioneumología
Cuando Isabel tenía 19 años presentó por primera vez “sensación de asfixia y problemas para respirar”. Ella no sabía cómo describir su falta de aire y más tarde vinieron los desmayos. Después de tres años, visitar a cuatro médicos y numerosos estudios, el diagnóstico fue HIPERTENSIÓN ARTERIAL PULMONAR. Al igual que Isabel, los pacientes con esta enfermedad atraviesan un proceso de diagnóstico largo debido al escaso conocimiento de ésta.
La hipertensión pulmonar es un conjunto de enfermedades caracterizadas por un aumento en la presión de las arterias pulmonares, las cuales se originan en el lado derecho del corazón. Se clasifica en cinco grupos, sin embargo, nueve de cada 10 casos se explican por enfermedades cardiacas como infartos y problemas pulmonares, en los cuales el tratamiento se enfoca a tratar el padecimiento que la ocasionó.
La hipertensión arterial pulmonar (HAP) es un subgrupo de hipertensión pulmonar caracterizado por el incremento en la presión pulmonar, con presiones normales del lado izquierdo del corazón y engrosamiento de los vasos pulmonares más pequeños. Estas alteraciones ocasionan crecimiento del lado derecho del corazón y con el tiempo disminución de la función y la capacidad para su contracción. Desafortunadamente, es una enfermedad rara y poco conocida, que se confunde con muchas otras antes de llegar a un diagnóstico correcto. Se calcula que ocurre en tres a cinco personas por cada millón de habitantes. Asimismo, se considera que en promedio el retraso en el diagnóstico es de dos a tres años y cuando inician los síntomas 60% de los vasos de los pulmones se encuentran afectados. Existen muchas causas y factores involucrados en el desarrollo de HAP, entre los que se incluyen factores hereditarios, enfermedades autoinmunes como esclerosis sistémica y lupus eritematoso sistémico, anomalías cardiacas congénitas, enfermedades hepáticas, infecciones y exposición a toxinas.
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