Autores: Dra. María del Rocío Martínez Alvarado y Dr. J. Antonio González-Hermosillo G.
Adscrita al Departamento de Endocrinología y coordinador de la Clínica de Disautonomía
Tras el brote infeccioso del Covid-19 por un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2 que apareció en China, se registró una rápida propagación a escala mundial y se calificó como una pandemia y emergencia internacional.
Las características clínicas y las complicaciones de los pacientes con Covid-19 en la etapa aguda han sido bien descritas, pero la evolución a largo plazo de la enfermedad apenas comienza a ser reconocida. La mayoría de los enfermos se recuperan completamente después de dos semanas, sin embargo, muchas personas (sanas antes de la infección viral) semanas o meses después del cuadro agudo siguen sufriendo de síntomas iguales o diferentes a los de la etapa aguda, los que son independientes de la severidad del cuadro agudo y de las comorbilidades preexistentes.
Para describir este problema se han utilizado los términos: secuelas pos agudas del SARS-CoV-2, Covid-prolongado o “Long Haul-COVID” (término en inglés acuñado por Elisa Perego, una paciente italiana quien exhibió su experiencia con los síntomas que continuaban meses después de haber sufrido Covid-19, en mayo 2020). El término Long-Haul COVID-19 se hizo “viral” en las redes sociales, porque muchos enfermos en el mundo se identificaron al tener molestias residuales similares. Al poco tiempo, la comunidad científica reconoció el problema y se han publicado artículos al respecto para tratar de conocer cuáles son las causas y los mecanismos responsables de este cuadro. Se han propuesto diferentes hipótesis para explicar el Covid-19 prolongado y se consideran entre ellas: un proceso inmune aberrante, una alteración del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, disfunción mitocondrial y disfunción del Sistema Nervioso Autónomo (SNA). Se ha encontrado que la fatiga es con mucho el síntoma más común, tanto durante la etapa aguda como crónica del Covid-19, con una prevalencia de 58-63%.
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