La gran mayoría de las calabazas que se consumen en el mundo tienen su origen en especies de México, todas ellas pertenecientes al género Cucurbita. De hecho se trata de la primera planta cultivada en Mesoamérica, la fecha más antigua que se conoce es de hace unos 10000 años. Desde entonces la calabaza es parte fundamental de la dieta nacional (es una planta de la que se aprovecha no sólo el fruto sino sus flores y sus tallos), y a raíz de la conquista española se dispersó por el mundo.
Esta verdura verde y de forma alargada es muy baja en calorías, con solo 17 kcal por cada 100 g. No contiene colesterol o grasas que dañen tu organismo.
Las propiedades de las calabazas son innumerables, presenta una gran riqueza vitamínica, especialmente de betacaroteno o provitamina A y de las otras dos vitaminas antioxidantes, la C y la E.
Otra de las propiedades de la calabaza es que proporciona licopeno, el mismo pigmento antioxidante del tomate, y varias vitaminas del grupo B, (B2 y B6 y ácido fólico).
Entre sus minerales destacan el potasio, el fósforo, el magnesio, el hierro y el zinc.
Por su composición nutricional, la calabaza es aconsejable en todas las etapas de la vida, especialmente en la infancia, pues contribuye al buen estado de la piel, los huesos y los dientes, así como del sistema nervioso y el aparato digestivo.
La mayoría de sus antioxidantes y fibra están en su piel.