Autora: Erika Fajardo Flores
Cuántas veces hemos escuchado a nuestros padres decir “no les hagas caso, están en la edad de la punzada”. Esta frase tan trillada, un cliché en nuestros días, adquiere un significado muy importante que ya no podemos ignorar. Pareciera que muchos de nuestros jóvenes no son capaces de enfrentar los retos de su edad, que están expuestos al escrutinio de los demás para ganar su aprobación. Les cuesta trabajo relacionarse con sus compañeros y no saben cómo canalizar sus sentimientos y frustraciones, lo cual los vuelve vulnerables.
Por si eso no fuera suficiente muchas veces no existe la buena comunicación con los padres, esto favorece que se vuelvan retraídos y que canalicen su angustia y dolor por otros medios: el alcohol, las drogas, problemas alimenticios y auto infringirse daño y dolor deliberadamente. Una de estas modalidades es el Síndrome de Cutting o Risuka que se caracteriza por una conducta autodestructiva que consiste en autolesionarse con cortadas en brazos y piernas. Se infringen dolor físico para olvidar el dolor emocional, escapar de su realidad, obtener alivio momentáneo, lo cual resulta paradójico.
Este fenómeno es más común en las mujeres adolescentes. En el Reino Unido, uno de los países con mayor prevalencia en Europa, se estima que se presenta en 1 de cada 10 adolescentes entre 15 y 16 años. En los varones es menos frecuente y en ocasiones pasa desapercibido. Aunque es más común ver este fenómeno en adolescentes, también se presenta en el adulto y representa un símbolo del grado de infelicidad y angustia que sufren estas personas.
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