Aunque para muchas personas sea un tema tabú, la disfunción eréctil es algo tan habitual que algunos estudios realizados en diferentes países determinan que afecta a más 50% de la población masculina mayores de 40 años.
La disfunción eréctil es la incapacidad para conseguir una erección o mantenerla con la suficiente firmeza para tener una relación sexual.
Tener problemas de erección de vez en cuando no es necesariamente un motivo para preocuparse. Si la disfunción eréctil es un problema continuo, puede provocar estrés, afectar la confianza en ti mismo y contribuir a causar problemas en las relaciones.
Los problemas para conseguir o mantener una erección también pueden ser un signo de una enfermedad no diagnosticada, aunque muchos hombres son renuentes a hablar de este tema es importante darle naturalidad y, sobre todo, consultarlo con el médico dado que en ocasiones es un síntoma de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, el colesterol o una déficit de testosterona. Además, la disfunción eréctil es una complicación habitual tras los tratamientos de cáncer de próstata dado que los nervios responsables de la erección se encuentran muy cerca de este órgano y pueden verse afectados, temporal o permanentemente, durante el tratamiento.
Los síntomas de la disfunción eréctil pueden comprender:
- Problemas persistentes para tener una erección
- Problemas persistentes para mantener la erección
- Disminución persistente del deseo sexual
Según sean las razones de la disfunción, así será el tratamiento. Para empezar es recomendable adquirir hábitos de una buena alimentación e hidratación y una dieta equilibrada, también es recomendable la ayuda psicológica ya que favorecerá la recuperación y trabajará la falta de autoestima que muchos hombres sufren por esta causa.
Además de tratar las enfermedades de base y las consecuencias psicológica, existen diferentes tratamientos basados en aumentar el flujo sanguíneo siempre que haya estimulación sexual.
Hay que considerar a la disfunción eréctil como un problema de dos por lo que el tratamiento debe hacerse valorando al hombre y a la mujer e informando a ambos.