Autor: L.A. José Luis Hernández Tlapala
Uno de los valores fundamentales de nuestra Casa de Trabajo, enunciado por nuestro Director General, doctor Jorge Gaspar Hernández, es la sensibilidad, la cual define como “tener la comprensión, empatía y calidez necesarios para generar una actitud humanitaria natural hacia el paciente”.
La sensibilidad, en estos términos, ha sido un pilar fundamental de la filosofía institucional desde que fue creada por Ignacio Chávez a mediados del siglo pasado. Esta sensibilidad es la que ha distinguido al Instituto como un hospital de excelencia. La sensibilidad va más allá de la tecnología y la innovación, los avances médicos y científicos y se transforma en una sencilla letra “c”, que al sustituir a una “p”, nos da por resultado la actitud con que se enfrenta la Misión.
La sensibilidad, como los otros valores enunciados por el doctor Gaspar, o como el amor, elemento fundamental de nuestro lema institucional, no tiene medida, existe o no existe.
En el Instituto Nacional de Cardiología nos sentimos orgullosos de llevar a la práctica de forma cotidiana este valor con nuestros pacientes y en esta época de esfuerzos redoblados ha sido notorio entre el personal en todos los ámbitos, lo que se ha reflejado en una noble solidaridad. La vemos públicamente en artículos y reportajes en los medios de comunicación y en las redes sociales, en los que apreciamos a médicos y enfermeras, conocidos o desconocidos, cumpliendo su labor, apoyándose mutuamente unos a otros, ayudándose a colocar el molesto equipo de protección, con el que enfrentan las diarias batallas, porque son quienes están en la línea de fuego.
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