Autora: Dra. Laura Leticia Rodríguez Chávez
Al iniciar el año 2020 nadie nos imaginábamos que enfrentaríamos a una nueva enfermedad. Estoy segura de que nuestros fundadores no pensaron en ver una epidemia así, porque la última epidemia de tal magnitud, la gripe española, había ocurrido en el año de 1918 que en parte fue opacada por el término de la primera guerra mundial. Empezando el año el brote epidémico de COVID-19 parecía estar lejos, tan sólo confinado a Wuhan, China, pero empezó a llamar mucho la atención el hecho de que construyeran un hospital sólo dedicado a esos enfermos tan sólo en 10 días. Luego vimos cómo pasó a Europa y cómo en Italia y en España se desbordaron de enfermos los hospitales. Parecía lejos, pero pronto llegó a América, y el primer caso importado de Italia a México se anunció el 28 de febrero. Fue el inicio de la Fase I. El 11 de marzo la OMS finalmente declaró a la enfermedad como una pandemia. Bien dijo Angela Merkel que desde el término de la segunda guerra mundial no habían tenido un reto mayor.
Desde el inicio del año las autoridades del INC se mantuvieron siempre atentas y se empezó a anticipar la llegada de estos enfermos a nuestras instalaciones. Sabíamos que no seríamos Hospital COVID de primera intención, pero que en algún momento los recibiríamos al saturarse el INER y el INCMNSZ. En el área académica, a partir el 17 de marzo suspendieron los cursos presenciales y la sesión general se transmite en línea. Se sugirió que el personal mayor de 60 años o con condiciones de alto riesgo debía permanecer en casa, se prohibió el acceso a menores de 15 años y se limitó el ingreso al Instituto a un familiar por paciente con horarios escalonados en cada piso. En el área asistencial se suspendió la preconsulta y la cirugía electiva. Se ha dado consulta telefónica. Se ha capacitado para el uso de equipo de protección personal (EPP) a toda el área médica, enfermería y el resto el personal de manera continua. Se empezó a trabajar por guardias para disminuir al mínimo la exposición.
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