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¿Delgados por fuera, obesos por dentro?

Los cambios en la composición corporal, explica Fernando Antonio Pazos Toral, médico especialista en endocrinología y nutrición del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Cantabria, se resumen en una disminución de la masa libre de grasa del individuo, que es la masa celular de los tejidos y la musculatura, y de la altura, como consecuencia del encorvamiento y de la compresión vertebral.

A partir de los 40 años, la estatura baja casi un centímetro cada 10 años, un descenso que se acelera después de los 70. Al final de la vida podemos haber disminuido entre 2,5 y 7,5 centímetros, según indican los gerontólogos Elisa Corujo y Domingo de Guzmán Pérez. Son cambios que no pasan desapercibidos en el espejo: menos altura, vientre redondeado, piernas y brazos más frágiles, que tienen mayor riesgo de fractura debido a la porosidad de los hueso.

Si en los jóvenes el tejido adiposo constituye el 20% del peso corporal, a los 75 años corresponde al 40%. Esto significa que un adulto mayor, en apariencia delgado, puede ser obeso sin que haya modificado significativamente su peso o el índice de masa corporal, un término que, según Pazos Toral, es equívoco. Esta masa grasa aumentada tiende a depositarse en los tejidos y en la zona visceral, sobre todo en el abdomen. Cuando este depósito predomina sobre la masa muscular aparece un tipo de obesidad que llamamos sarcopénica, que es la suma del exceso de tejido adiposo más el desgaste muscular. El fenómeno es muy común; puede dar unos porcentajes de obesidad superiores al 70% en los mayores de 65 años.

Una mejor forma de lidiar con la grasa

El experto aclara que hay otro ritmo de envejecer, uno que se sustenta en dos ejes: ejercicio y alimentación, siempre teniendo en cuenta que hacer cualquier cambio en las pautas nutricionales o en la actividad física en estas edades debe contar con la valoración de un profesional. “Hay que ser muy cauteloso por su posible interferencia en los medicamentos u otros factores”, indica el médico.

En cuanto a la frecuencia de la ingesta, se aconseja hacer varias comidas sencillas al día, ajustando calorías y proteínas para que sean las adecuadas para una dieta balanceada con todos los nutrientes. Solo si es necesario conviene suplementar con micronutrientes como el hierro y las vitaminas del grupo B. El endocrinólogo recuerda que el huevo es una buena proteína.

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