ARTICULO

Las señoras del destino

Autor: Dr. Ángel Romero Cárdenas

Una tarde muy agradable, no hace demasiado calor, ni hay demasiado Sol. La vida fluye sin prisas.

Mientras estoy viendo pasar el tiempo –sentado de frente al muelle– sigo el ritual que marca la tradición de golpear el vaso con la cuchara y hacer ruido para que el mesero corra a servir café. De pronto, veo cómo se van aproximando hacia mí tres Sibilas.

La primera es una mujer en pleno otoño, es una mujer abundante, redundante, desbordada, desparramada, enfundada en un vestido sin mangas, largo, sucio y azul que le llega hasta los pies. Lleva el pelo recogido, echado hacia atrás y atado por una mascada del mismo color e igual de decolorada que el vestido. Lleva los inmensos y gruesos brazos descubiertos balanceándolos con algún tipo de ritmo. Los pies van desnudos y apenas deslizados dentro de unas sandalias que conocen, sufren y dan cuenta de todos los pesados pasos de su dueña. Esta Maga se balancea al caminar, moviendo sus abundancias de un lado para el otro… a punto de desbordarse. La adivinadora se va acercando a mí…, apunta su mirada hacia mí…

A su derecha, otra de las mujeres –en pleno invierno– finge no darse cuenta de que se han marchitado ya algunas de sus abundancias, las deja pendientes…, colgantes… displicentes… rancias. Sólo observa, sólo ve, como si ella fuera la que escogiera y le dijera a la redundante: a éste sí… a éste no… Su mirada no es directa, no te mira a los ojos, es una mirada opaca que se fuga, quién sabe a dónde. Más que moverse, se arrastra, da la impresión de ir jalando una carga, invisible e intangible… pero muy pesada.

Te invitamos a continuar con la lectura en la página 20 d Motu Cordis

To Top
PersonalTrainerCertification.us