Autor: L. A. José Luis Hernández Tlapala
Adscrito a la Subdirección de Planeación
Cuando éramos pequeños el tiempo pasaba muy lento, al menos eso parecía porque tardaban mucho en llegar las vacaciones, el cumpleaños, la Navidad y el Año Nuevo. Conforme fuimos creciendo, el tiempo “se iba acortando”, seguíamos esperando las vacaciones, el cumpleaños, la Navidad y el Año Nuevo, pero ahora de pronto llegaban los exámenes semestrales, los finales y, en el peor de los casos, los tan temidos extraordinarios…
Poco a poco, nos dábamos cuenta de que el mundo no giraba sólo en torno a nosotros, empezaron a llegar más responsabilidades que atender, los cumpleaños de los demás, por ejemplo… Hasta que llegó el momento en que no sólo eran las “fechas importantes” las que año con año esperábamos, sino que, una vez siendo parte del mundo laboral e independizarnos, empezaban a llegar otras responsabilidades, los impuestos, las cuentas de los servicios…
Finalmente, al formar una familia, esas responsabilidades implicarían también los cumpleaños de los hijos y de la pareja (no se diga de la familia propia y la política), gastos médicos, escuelas, y otra vez, las cuentas de los servicios (cada vez más altas, por cierto) y, lo peor de todo, ¡cada vez llegaban más y más rápido! Y así empezamos a sentir cómo el tiempo “volaba”; no bien acabábamos de pagar la luz, el teléfono, el agua, la renta, el predial, y no olvidemos las tarjetas de crédito y comerciales, cuando ya estaban de nuevo llegando los recibos del siguiente mes o bimestre.
De igual forma, las empresas y las instituciones, que son entes con vida y que también viven el proceso de nacer, crecer y desarrollarse, sufren al ver, cada vez más acelerado, el correr del tiempo… Para quienes trabajamos en una institución pública como es el Instituto Nacional de Cardiología, esos compromisos toman la forma de programas gubernamentales que deben cumplirse religiosamente de manera mensual, trimestral, semestral y anual, con el fin de demostrar su eficiencia y eficacia. En el tema económico, la institución tiene la obligación puntal de cubrir los sueldos quincenales y las prestaciones a las que tenemos derecho, aun cuando el presupuesto otorgado no crezca al ritmo deseado.
Te invitamos a continuar con la lectura en la página 12 de Motu Cordis