Autor: Dr. Martín Martínez Rosas
Investigador en Ciencias Médicas C. Departamento de Fisiología INC
Normalmente el concepto común de memoria lo ubicamos en el cerebro. Sin embargo, existe un fenómeno que se presenta en todos los organismos vivientes, que se le ha llamado memoria metabólica. Este concepto se refiere a la capacidad de un organismo para “recordar” información sobre condiciones metabólicas anteriores a las que estuvo expuesto (disponibilidad de alimento y la manera de procesarlo), lo cual le permite adaptarse a los cambios en su entorno a lo largo del tiempo. En teoría, esto le permitiría al organismo adaptarse más rápido cuando se presentarán las mismas circunstancias ambientales y sería una ventaja para él. Sin embargo, no siempre es así, a veces esa “memoria” no ayuda a las células a vivir mejor, por el contrario, esos recuerdos las llevan a un deterioro progresivo.
Al igual que un organismo, el corazón tiene esa memoria metabólica junto con sus vasos sanguíneos. Dicho de otra manera, el corazón completo recuerda condiciones metabólicas a las que estuvo expuesto y que no las puede borrar aun cuando ya no se mantenga en esas condiciones. Veamos cómo se genera esa memoria y los recuerdos que podrían producir daño al corazón.
En general, los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, y en particular los del corazón, están expuestos de manera directa al azúcar o glucosa de la sangre que proviene de los alimentos. Los niveles de glucosa en la sangre son llamados “glucemia”. Cuando su cantidad aumenta más de allá de ciertos niveles (hiperglucemia) y permanece alta durante un tiempo prolongado, se producen grandes cambios en los vasos sanguíneos para utilizar ese exceso de azúcar. Estos cambios ya no son reversibles si la hiperglucemia se mantuvo por mucho tiempo, aun cuando el organismo regrese a los niveles de azúcar normales. Es decir, las células que componen el corazón recuerdan cuando tenían mucha azúcar disponible para utilizarla, pero no pueden borrar ese recuerdo.
Te invitamos a continuar con la lectura en la página 8 de Motu Cordis
