Autoras: Dra. Karla Berenice Cano Escobar, médico adscrito a Nefrología
Mtra. Gabriela Leal Escobar, nutrióloga clínica
Lic. Patricia Zárate Rojas, enfermera
Clínica de Diálisis Peritoneal, Departamento de Nefrología
La enfermedad renal crónica (ERC) actualmente es uno de los mayores retos en los sistemas de salud del mundo, incluido el de México. Cerca de 174,000 pacientes en nuestro país deberán elegir en el corto plazo una terapia de reemplazo renal (TRR), siendo las opciones diálisis peritoneal (DP), hemodiálisis (HD) y trasplante renal.1
El uso de diálisis peritoneal varía de país en país, mostrando gran variación geográfica, y siendo el promedio global de empleo de esta modalidad 11%.2 México es reconocido por ser uno de los países que más de estas terapias ha empleado a lo largo de los años.1 En el 2014, la distribución de los pacientes por modalidad dialítica fue cerca de 59% para pacientes con diálisis peritoneal (32% para pacientes con DP continua ambulatoria y 27% con DP automatizada) contra 41% para pacientes en hemodiálisis.1,3 Diversos estudios confirman el menor costo de diálisis peritoneal en distintos países, por ejemplo, en 2014 en Estados Unidos, su costo por paciente por año fue de 14,000 dólares menos costoso que la hemodiálisis.4,5
La elección de la modalidad es influida por varios factores: sociales, económicos, médicos, acceso a sistema de salud, preferencia del paciente, preferencia y experiencia del médico. Se sabe que la mayoría de los pacientes, cerca de 80%, serán candidatos a cualquier modalidad de trasplante renal y, por tanto, la decisión dependerá en gran medida de aspectos no médicos.4 Quienes son elegibles para ambas modalidades, los resultados, en términos de sobrevida, son equiparables4,5 y no parecen modificarse con el tiempo. Incluso algunos estudios sugieren una ventaja inicial con diálisis peritoneal, en su mayoría atribuida a la mejor preservación de la función renal residual.6,7
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