Autoras: Mtra. Norma Elia González Flores1 y Tec. Iraís Piña González2
1 Jefa del Departamento de Apoyo Vital de la Dirección de Enfermería
2 Educadora Médica adscrita al Departamento de Apoyo Vital
México es un país rico en tradiciones, se nos caracteriza por ser una nación alegre y con motivos suficientes para festejar y reunir a la familia, amigos y vecinos; los motivos de los festejos son tan diversos que pueden tener orígenes religiosos, sociales, culturales, históricos o simplemente por el gusto de pasar un buen rato con las personas que apreciamos.
En este sentido, el festejar un cumpleaños tiene un valor muy diverso en cada persona, resulta de una introspección de valorar el momento y darle sentido al tiempo, a los logros, las metas que faltan por cumplir, las alegrías vividas y, por qué no, a las tristezas y experiencias adquiridas de los años que se quedan atrás. El cumpleaños de un ser querido no puede pasar desapercibido a pesar de la distancia y el lugar donde se encuentre cada parte; siempre se busca una forma de hacer llegar nuestra alegría a esa persona que ha tenido la oportunidad de iniciar un año más de vida, en general se espera que sea en compañía y rodeado de los amigos y seres queridos que disfrutan y celebran según sus usos y costumbres.
El paso del tiempo no para, sigue su curso y en el medio hospitalario el entorno se hace más sensible y de añoranza para la mayoría de las personas que viven un cumpleaños en el hospital en calidad de pacientes. ¿Cómo vivir un feliz cumpleaños, si están rodeados de personas desconocidas, de incertidumbre sobre su condición clínica, de monitores con alarmas, de procedimientos clínicos, medicamentos o paredes blancas con luces tenues? Este panorama se contrasta con los coloridos adornos, música, variedad gastronómica y el folclor propio de una fiesta de cumpleaños.
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