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LA CALIDAD EN EL INSTITUTO NACIONAL DE PERINATOLOGÍA ISIDRO ESPINOSA DE LOS REYES ES CRUCIAL, PERO TAMBIÉN ES ENORME

Maestra. Lucia Cristina Suaste Ortíz – Directora de Planeación.
Dra. María Isabel Sollozo Dupont – Subdirectora de Desarrollo Organizacional

Parafraseando al autor Uruguayo, Mario Benedetti: la calidad es una palabra enorme; es de esta manera que podemos establecer que su definición abarca muchas dimensiones y puede tener distintos significados según el contexto. En el ámbito de la salud, la calidad se refiere a la excelencia en la atención médica, pero también incluye aspectos como la empatía, la comunicación efectiva, y el enfoque centrado en el paciente. Es un concepto que se relaciona con la seguridad y la eficacia del sistema, en un entorno de mejora continua.

Hablando particularmente del Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes (INPer), la calidad tiene sus bases en la instauración y seguimiento de protocolos de atención que garantizan que las pacientes reciban un cuidado óptimo durante el embarazo, parto y puerperio. Sin embargo, la historia no termina con el nacimiento, ya que aquí se aborda integralmente al binomio materno-infantil, lo que implica procurar el bienestar tanto de la madre como del recién nacido. Otra característica de nuestro Instituto es que se aboga por un enfoque holístico que afronta de manera integral, la salud de las mujeres a lo largo de sus vidas, desde la adolescencia hasta la menopausia y más allá, promoviendo; incluso, la prevención de enfermedades.

Es exactamente desde esta perspectiva, donde logramos ver la calidad como se maneja con dos directrices: una centrada en dos personas y otra centrada en la mujer. Sin duda, esto representa un desafío, pero también una oportunidad para diseñar servicios que no solo cumplan con criterios técnicos, sino que, en el caso de la madre y del recién nacido, reconozcan su interdependencia lo que implica fomentar vínculos con enfoque familiar. Y qué decir de la calidad de la atención médica en situaciones de pérdida como el fallecimiento de un bebé. Sin duda un aspecto crítico y delicado que requiere sensibilidad, empatía, compasión y ética.

Te invitamos a leer más en la nueva edición de Domus Medicorum.

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