Autor: Dr. Jorge A. Ramírez Hernández
Profesor del posgrado de Humanidades en Salud, UNAM
Admirado doctor Rosenblueth, utilizo la forma epistolar en un intento por disipar la bruma del tiempo y entrar en comunicación con usted (y “comunicar”, nos lo enseñó, encierra una ciencia entera). Es como efectuar un breve repaso biográfico y me gustaría imaginar que lo va a leer, sentado frente al escritorio de su oficina, próxima a su laboratorio, donde se destacaba un letrero que resumía, con humor, su creencia inquebrantable en la ciencia experimental, que elevó luego a filosofía: “Aquí sólo el gato tiene la razón”.
Estas líneas tratan de reconstruir algunos momentos culminantes de su significativa obra, para despertar el interés de una generación joven que ha crecido, vivido, en un entorno de tecnología, de computación digital, de teléfono inalámbrico que hoy efectúa decenas de funciones más que sólo transmitir la voz, y es un pequeño dispositivo que se guarda en el bolsillo de la camisa. Buscamos informarle a la juventud, que usted contribuyó de manera fundamental en todo ello.
Primero con su trabajo en la Escuela de Medicina de Harvard, como asistente del profesor Walter B. Cannon en el estudio de la homeostasis o equilibrio del medio corporal interno. También en la defensa del concepto de la transmisión química de los impulsos nerviosos. Luego, con sus seminarios (término relativo a “semilla”), sobre el método científico, que atraería al profesor Norbert Wiener del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Su amistad y colaboración con él, gran matemático y científico, permitió integrar otro seminario en el MIT, con el punto de vista de varias disciplinas (antropología, sociología, comunicación, neurociencia, ingeniería y construcción de máquinas), para que Wiener y usted concibieran la nueva ciencia denominada del “control y la comunicación en animales y máquinas”, complemento del título, de una sola palabra de origen griego, en inglés “Cybernetics” (piloto o gobierno).1 Este libro, escrito por Wiener con su colaboración, se lo dedicó sólo a usted. Además, debido al gran afecto de Norbert por México, se presentó al mundo desde el pionero Instituto Nacional de Cardiología en 1948.
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