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La lamentable pérdida de la fonomecanocardiografia para la enseñanza de la Cardiología y la maravillosa adquisición de la ecocardiografía

Autor: Dr. Sergio Trevethan-Cravioto

La fonomecanocardiografía fue un procedimiento instrumental cardiológico de suma utilidad entre los años 50 a los 70 del siglo pasado. Bernardo Fishleder y su grupo, al que pertenecieron los doctores Friedlan, Guadalajara, Esquivel, Vargas y Romero, hicieron gala del procedimiento en el Instituto Nacional de Cardiología de la Ciudad de México. El término fonomecanocardiografía fue acuñado aquí por el doctor Fishleder y posteriormente aceptado en todo el mundo.

El método consiste en registrar en papel los ruidos, sonidos, chasquidos o soplos que se producen en un corazón enfermo por medio de un micrófono. Se combina con lo que se denominó cronodinocardiometría al añadir el electrocardiograma y el registro de los pulsos arteriales o venosos o bien de los movimientos del precordio simultáneamente al registro de los ruidos cardiacos. Esto se lograba a través de receptores de presión o de volumen que se colocaban sobre las arterias (carótidas, femorales, radiales o braquiales) o sobre las venas yugulares y el precordio (tórax).

El procedimiento fue sustituido del todo por la ecocardiografía, de manera paulatina, a principios de los años 70 del siglo pasado e introducido a la clínica por el doctor Harvey Feigenbaum en los años 60 con ayuda de ingenieros expertos en ultrasonido en la Universidad de Indiana en Estados Unidos; basado en los experimentos previos en Suecia y llevados a cabo en la ciudad de Lund, desde 1953, por los doctores Edler y Hertz. La ecocardiografía permite ver anatómicamente todas las estructuras cardiacas y registrar al corazón en movimiento, tanto de su músculo como de sus válvulas, por medio de ultrasonido usando un material piezo-eléctrico que lo emite y lo hace rebotar contra las estructuras cardiacas proporcionando una imagen en tiempo real. Perfeccionó de manera notable el diagnóstico de las enfermedades cardiacas, de tal forma que poco a poco la fonomecanocardiografía fue desapareciendo en todo el mundo y las casas comerciales dejaron de fabricarlas, los que logramos rescatar esas máquinas no pudimos utilizarlas después porque el papel que se empleaba para la inscripción también dejó de fabricarse.

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