Autores: Dra. María del Rocío Martínez Alvarado,
Dulce Andrea Celestino Montelongo, María del Carmen Alba Lorenzo y Emiliano Salas Santos
Clínica de Disautonomía
La pandemia de COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, ha dejado una marca indeleble en la salud mundial. Aunque la mayoría de las personas se recuperan de la infección aguda, se han reportado un número significativo de pacientes que refieren síntomas persistentes, conocidos como “COVID prolongado” o “long COVID”. Entre las diversas secuelas post-COVID, la disautonomía ha emergido como una complicación que afecta la calidad de vida de los pacientes. Este artículo explora la relación entre el COVID-19 y la disautonomía, destacando la importancia de su reconocimiento y manejo adecuado.
¿Qué es la disautonomía?
La disautonomía es un término que engloba una variedad de condiciones que afectan el sistema nervioso autónomo (SNA), responsable de regular funciones corporales involuntarias como la frecuencia cardiaca, la presión arterial, la digestión y la sudoración. Las personas con disautonomía pueden experimentar principalmente síntomas como: fatiga extrema, mareos, desmayo (síncope), taquicardia, intolerancia ortostática y problemas gastrointestinales.
Disautonomía post-COVID
Se ha identificado que una proporción significativa de pacientes recuperados de COVID-19 desarrollan síntomas de disautonomía, un estudio reportó que la hipotensión ortostática fue la anormalidad más común (61%) superando a lo observado en la población general (15-30%), así como una mayor prevalencia de taquicardia postural idiopática (POTS) e hipertensión neurogénica. Esto se explica mediante diversos mecanismos, incluidos daños directos al SNA por el virus, inflamación sistémica prolongada y una respuesta inmune desregulada.
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