Autoras: Dra. Agustina Cano-Martínez
Investigadora del Departamento de Fisiología del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez
P. B. Rosa Mariela Manjarrez-Jiménez
Tesista de Licenciatura del Departamento de Fisiología y
Pasante de Biología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos
M. C. Zariá José Rodríguez Serrano
Médico Pasante del Servicio Social del Departamento de Fisiología y Residente de 1er año de Medicina Intena
en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
Dra. Rebeca López-Marure
Jefa del Departamento de Fisiología
En nuestro lenguaje común solemos utilizar muchas expresiones que reflejan distintas situaciones que tomamos a modo de paradoja para enfrentarlas. Tal es el caso de la expresión “de tripas corazón”, que utilizamos cuando nos encontramos en situaciones complicadas que nos desagradan, pero que, de una u otra forma, hay que enfrentar. Así, hay que ver el lado amable de la situación para que a pesar de que me “duela la panza” pueda verla con el corazón y cierto grado de “amor” para poder llevarla a cabo y lograr algo de resiliencia (capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada). Esto se logra gracias a la homeostasis de nuestro organismo, que equilibra las diferentes situaciones a las que nos enfrentamos para mantenerlo estable en un constante estado de alerta y decodificando miles de estímulos externos e internos. Este proceso es muy interesante y resulta de una coordinación precisa entre la función del sistema cardiovascular, digestivo y nervioso.
Si bien la expresión “de tripas corazón” tiene que ver con el tema que aquí tratamos en términos de que los organismos se mantienen vivos mandando señales de alerta que se ajustan, gracias a la homeostasis, nosotros te mostramos información sobre el hecho de que lo que ingresa a nivel de las tripas (intestino), puede afectar al corazón, pasando por los vasos sanguíneos.
De tal forma que utilizamos la expresión “de las tripas al corazón” para llamar tu atención sobre como todo lo que consumimos tiene un impacto importante en la función de nuestro sistema cardiovascular. Un ejemplo es cuando consumimos una taza de café muy cargado y experimentamos un aumento en nuestra frecuencia cardiaca. O cuando ingerimos frecuentemente grasas, éstas se acumulan a largo plazo en las paredes de nuestras arterias disminuyendo su calibre, con lo que el suministro del volumen sanguíneo y, por tanto, del oxígeno que llegará al corazón para que funcione correctamente se ve afectado, con la latente posibilidad de sufrir hipertensión o incluso un infarto.
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