Verónica Zaga-Clavellina1, Pilar Flores-Espinosa1, Andrea Olmos-Ortiz1, Cecilia Helguera-Repetto1, Nayelli Estrada-Hidalgo1,2, Samara Rodríguez-Flores1,2, Lirio Peña-Rodríguez1,2, Raúl Flores-Mejía3, Marycarmen Godínez-Victoria4, Pilar Velázquez5, Ismael Mancilla-Herrera6.
1 Departamento de Inmunobioquímica, Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes. 2 Maestría en Ciencias de la Salud, Sección de Estudios de Posgrado e Investigación, Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional. 3 Laboratorio de Inflamación y Obesidad. Inmunología Médica y Sección de Estudios de Posgrado e Investigación, Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional. 4 Sección de Estudios de Posgrado e Investigación, Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional. 5 Jefatura de la División de Educación Médica, Hospital Ángeles México. 6 Departamento de Infectología e Inmunología, Instituto Nacional de Perinatología “Isidro Espinosa de los Reyes”.
El parto pretérmino (PPT) es un síndrome gineco-obstétrico de origen multifactorial que representa el principal motivo de prematurez (nacimiento entre las semanas 28-37 de gestación) y extrema prematurez (nacimiento entre la semana 20-28 de gestación) asociadas a secuelas de corto y largo plazo en el neonato y que constituyen la primera causa de ajuste a la pérdida de años de vida sana, mortalidad temprana, discapacidad y costo social.
El PPT complica del 5 al 20% del total de embarazos y la Organización Mundial de la Salud estima que cerca de 15 millones de bebés al año nacen prematuramente. Esta condición es responsable del 75% de las muertes perinatales que ocurren en infantes prematuros y la segunda causa de muerte durante los primeros 5 años de vida, sólo en México nacen 200,000 niños de manera prematura al año.
La evidencia clínica y experimental actual sugiere que el PPT espontáneo es un síndrome atribuible a múltiples procesos patológicos tales como desórdenes vasculares, senescencia decidual, sobredistensión uterina, patologías cervicales, abatimiento de la tolerancia materno-fetal y estrés. Sin embargo, la infección intrauterina es la única condición con la que se ha establecido una relación causal clara e inequívoca.
Uno de cada tres infantes prematuros, nace de madres con infecciones intraamnióticas largamente subclínicas, y las bacterias aisladas del líquido amniótico son similares a aquellas encontradas en el tracto genital materno, por lo tanto, la vía de infección ascendente es considerada la ruta más frecuente por la cual las bacterias ganan acceso al útero gestante y los tejidos extraembrionarios (Ver Figura 1).
En una vía de infección ascendente, las membranas corioamnióticas humanas (MCH) se encuentran posicionadas estratégicamente como una barrera física e inmunológica que intenta (no siempre con éxito) evitar que las bacterias invadan la cavidad amniótica e infecten al feto. Por lo tanto, las competencias inmunológicas de este tejido son esenciales para garantizar el mantenimiento de la cavidad amniótica como un sitio estéril e inmunológicamente privilegiado, caracterizado por un ambiente anti-inflamatorio y tolerogénico.
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