Autor: Dr. Alejandro Juárez Hernández
Cirujano Cardiovascular en el INC
Introducción
A la llegada de los conquistadores en el siglo XVI a América, éstos se mostraron muy “sorprendidos” e incluso escandalizados por la “brutalidad” de lo que ellos llamaron “sacrificios” entre los pobladores de América. Estos “conquistadores”, tenían tras de sí una larga cadena de experiencias en estos menesteres de invadir y saquear otros países, sin que para ellos contara su larga y triste experiencia de haber sufrido durante siete siglos la invasión de los árabes y, por el contrario, tal pareciera que lo que buscaban era venganza, que no pudiendo ejercerla contra sus antiguos ocupantes, la buscaban en otros países más débiles y lo hicieron en América con toda la saña posible.
Estos aventureros, filibusteros, a su llegada asesinaron a millones de habitantes en sus propias tierras, despoblaron países enteros como sucedió en Argentina, Cuba, Haití, Dominicana y otros países de centro y Sudamérica e implantaron regímenes de terror, esclavizando de mil maneras a los sobrevivientes, destruyendo civilizaciones completas, arrasando sus culturas y sus religiones, eliminando sus memorias y sus idiomas, para imponer por la fuerza su propia lengua, su religión y su “cultura”. Trajeron a este continente plagas de enfermedades que terminaron de diezmar a la población, imponiendo un régimen totalitario y carente de toda noción de justicia. Instituciones como la iglesia colaboraron activamente en la “evangelización”, que tal fue el pretexto que los reyes de España esgrimieron y que el papado en turno les concedió como permiso para la conquista de América, y para ello se valieron de todo un equipo de diversas ordenes (franciscanos, dominicos, etc.) que aprendieron la lengua, pero que ésta les sirvió sobre todo para terminar el sometimiento de los pueblos conquistados, no sólo en el ámbito físico, sino incluso en el espiritual. La introducción en su momento de la inquisición terminó de cerrar la puerta a toda posibilidad de nacionalismo, de rebeldía, de contestación a la conquista, para imponer un sistema tributario a la corona española que con estos medios sobrevivió muchos siglos a expensas del sufrimiento y expoliación, acompañado siempre de todo tipo de vejaciones de parte de los “conquistadores”, todo lo cual terminó en masacres sin fin, en extorsión de las riquezas y el uso y abuso del trabajo de los naturales durante cinco siglos. Peor aún, fue la imposición de una religión que no tenía nada en común con la que practicaban los pueblos originarios, despojándolos de su forma de ver el mundo y de crear su propia cosmovisión.
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