Autor: Dr. Jorge Gaspar Hernández
Director General del INC
Un sospiro es el nombre de una de las inspiradas composiciones para piano de Franz Liszt. Desde que la escuché por primera vez, con intermitencias me ha inducido a meditar y cavilar sobre el suspiro.
Se afirma que Chopin, autoexiliado en París, al escuchar una pieza suya exclamó “¡Ah, mi patria!”. Imagino, como algo ineludible, que su expresión fue precedida de un suspiro. No puedo dejar de mencionar que la pieza fue el estudio Op.10, No. 3, cuya melodía Chopin consideraba como la más hermosa que había compuesto, lo cual es asaz decir.
Si lo recapacitamos, el suspiro es intrigante.
Puede ocurrir en respuesta a algo notorio como lo arriba recontado, pero también sobreviene de manera imperceptible. Como prueba, durante el sueño.
Por su lado más aparente, el suspiro sobreviene por causas de índole emocional. Entre éstas destacan la nostalgia, la melancolía, el anhelo, el recuerdo; también el cansancio, el agobio, el malogro o pérdida, y en contraposición, la sensación de alivio. Agrego la sorpresa que me ocasionó hace años una amiga cuando le pregunté qué le significa un suspiro, y sin más me respondió: “Enfado”… muy cierto, por cierto, y además, fastidio. Asimismo, cuando a un estimado y circunspecto colega le inquirí hace poco qué puede provocar un suspiro, dijo “¡Ah, unas hermosas piernas!”; esto es, la contemplación, como me ha ocurrido cuando vuelvo a estar en el Louvre ante la belleza del fresco Venus Ofrece Dones a Una Joven, pintado por Sandro Boticelli.
Te invitamos a continuar con la lectura en la página 10 de Motu Cordis.