El enojo se da de forma inmediata y anula la parte más lógica y congruente del cerebro para incrementar la actividad cardiovascular y respiratoria.
El enojo se basa en una función básica e instintiva, está encaminada a responder ante posibles amenazas.
Al no controlar correctamente las emociones, no sólo se afectan las relaciones sociales y personales, sino que también se generan consecuencias nocivas para la salud.
Estos son algunos de los efectos:
- Aumenta la presión sanguínea, lo que con el tiempo puede provocar el deterioro de las arterias.
- Se eleva el pulso cardiaco, generando taquicardia.
- Aumenta la producción de sustancias químicas como la adrenalina, lo que altera el equilibrio natural del cuerpo.
- Se desequilibra el sistema inmunológico.
- Se provocan contracturas, dolores musculares y jaquecas.
- Se acelera la respiración, provocando que el corazón bombee con más intensidad.
- Aumenta el riesgo de padecer algunas enfermedades como gastritis, colitis y dermatitis.
El enojo es una reacción normal y defensiva del ser humano, que no permite ver con claridad la realidad del problema, lo que impide que se pueda solucionar.
Sin embargo, hay ciertas técnicas que pueden ayudar a controlar de mejor forma las emociones y enfrentar los momentos difíciles con más calma, algunas acciones pueden ser:
- Siempre pensar lo que se va a decir y no actuar en forma instintiva.
- Recurrir a técnicas de relajación.
- Usar el humor para aliviar la tensión.
- Tener claridad sobre las situaciones que provocan enojo o mucha ira.
Cuando las personas son jóvenes el enojo resulta más fuerte y de mayor intensidad que después de los 35 o 40 años.