Autor: Dr. Jorge A. Ramírez H.
Profesor de Posgrado en Humanidades en Salud. UNAM
Sociedad Mexicana de Cardiología (Miembro asociado por invitación)
La obra de William Harvey es de las más influyentes de la ciencia. La idea de la circulación trasciende a su noción médica para abarcar otras esferas como la economía, las ideas, la física, la hidráulica y más.
Le sugerimos, amable lector, leer completo el título original del libro en latín: Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus. Aquí subyacen la anatomía de Vesalio y la observación experimental cuantitativa de Galileo, no sólo en humanos sino en animales.
Ambos habían sido profesores en Padua, donde William Harvey se formó como médico después de haber estudiado Filosofía en Cambridge. A estas contribuciones, el médico inglés agregó la noción crucial de movimiento sanguíneo que sería, a partir de entonces, circular, su gran aportación al pensamiento. En esta nota se exploran las raíces etimológicas (del gran árbol indoeuropeo) y se reflexiona sobre el significado de la expresión MOTU CORDIS. Comencemos por CORDIS.
Proviene de la raíz, proto-indoeuropea KER que evolucionaría a KERD, previa al latín COR. No existe acuerdo sobre por qué en castellano, a la raíz COR, se le agregó un sufijo aumentativo ZON, para llegar a CORAZÓN. En francés (coeur) e italiano (cuore) son más directas.
En latín, lengua filosófica, cada parte de la oración lleva marcas de su función. CORDIS y SANGUINIS son nombres de la tercera declinación.
Te invitamos a continuar con la lectura en la página 22 de Motu Cordis.