Autor: Lic. Ricardo Noverón Chávez
Si nos cuestionáramos acerca de cuál es la característica que nos diferencia de todos los demás animales (en especial respecto de los primates, que son con los que más semejanza tenemos y de entre ellos, con los chimpancés que tenemos un asombroso parecido genético, debido a que coincidimos en un 98.5% de ácido desoxirribonucleico) probablemente responderíamos que cualitativamente lo que nos distingue como seres humanos y nos hace únicos, en relación con los demás seres vivientes del planeta, radica en nuestro cerebro. Inclusive podría afirmarse que gracias al cerebro, el humano es el único ser capaz de hablar y de producir pensamientos conceptuales.
Basados en la observación podemos aseverar que la actividad de los demás animales está sujeta predominantemente al instinto, al grado que sus reacciones resultan altamente previsibles, e independientemente de la habilidad evolutiva que tuvieran para modificar sus reacciones instintivas, esta “… capacidad alcanza un poder muy superior en el hombre gracias a la aparición del pensamiento conceptual, lo cual implica la facultad de hablar”.
El ser humano superó las limitaciones del instinto cuando adoptó un comportamiento que le resultó exclusivo: la utilización y perfeccionamiento de herramientas. Vinculado a lo anterior, el humano incorporó tanto a sus acciones como al uso de sus herramientas, el empleo de un método nuevo, orientado a la resolución de los problemas que enfrentaba, mismo que se manifestó en la toma de “… riesgos cooperativos planeados…” y quedó en evidencia mediante la organización y uso de estrategias para la caza de piezas mayores.
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