Los hábitos de vida saludable ayudan a prevenir muchas enfermedades o bien, disminuir el impacto en la salud de los niños. Hay que entender que las defensas son parte del sistema inmune de todos los seres humanos. Este se encarga de mantenernos protegidos ante virus, hongos y bacterias.
La naturaleza desarrolló una estrategia para proveernos de una inmunidad, por medio de la lactancia materna. A través de este fluido, recibimos anticuerpos fabricados por el cuerpo de la madre.
A medida que van creciendo los menores van fortaleciendo sus defensas y se exponen a distintos factores, como las vacunas, la interacción con otras personas y el ambiente.
Nos encontramos más protegidos cuando tenemos ciertos hábitos que ayudan a nuestro organismo.
Existen ciertos síntomas que permitirán detectar si las defensas de un niño están bajas. Cuando se tengan sospechas de esto es importante llevarlo al pediatra. Algunas de ellas pueden ser:
• Cuando se enferma de patologías infecciosas de manera recurrente.
• Irregularidades, de tipo absceso, que sean recurrentes en la piel.
• Frecuente aparición de enfermedades respiratorias.
• Crecimiento o aumento de peso menor al esperado por edad/crecimiento.
Algunas acciones para ayudar al sistema de defensas naturales de tu hijo a estar siempre en sus mejores condiciones, son:
- Mantener las vacunas al día.
- Alimentación balanceada.
- Optar por alimentos hechos en casa y reducir la ingesta de procesados.
- Asegurar una ingesta suficiente de todos los grupos de alimentos.
- Ofrecer siempre agua como bebida principal.
- Enseñarles buenas medidas de higiene.
- Mantener los juguetes y áreas comunes limpias.
Las enfermedades estacionales van a suceder, no obstante, hay formas de ayudar a los niños a sobrellevar mejor el proceso de maduración del sistema inmune. Y sobre todo, protegerlos de enfermedades potencialmente mortales y prevenibles.
