La tiroides es una glándula en forma de mariposa que se encuentra situada en la base del cuello, su función es producir, almacenar y liberar en la sangre las hormonas tiroideas: T3 (triyodotironina), T4 (tiroxina) y calcitonina.
Estas hormonas son vitales porque intervienen en el desarrollo del sistema nervioso, regulan el metabolismo y son necesarias para controlar las funciones de todos los órganos de nuestro cuerpo (controlar la frecuencia cardiaca, concentración del colesterol, uso de la glucosa, mantenimiento de la temperatura corporal, la fuerza muscular, etc.).
Para que nuestro organismo funcione correctamente es muy importante tener las concentraciones adecuadas de hormonas T3 y T4. Cuando éstas no son las adecuadas hablamos de disfunción tiroidea: si se producen pocas hormonas hablamos de hipotiroidismo y si se producen hormonas de más, se conoce como hipertiroidismo.
Síntomas del hipotiroidismo
La producción de hormonas tiroideas puede estar disminuida por diferentes motivos, siendo el hipotiroidismo la enfermedad más frecuente de la glándula tiroides. Casi el 8% de la población tiene hipotiroidismo.
Los síntomas más frecuentes son:
- Debilidad.
- Cansancio.
- Somnolencia.
- Disminución de la memoria.
- Sordera.
- Aumento de peso por retención de líquidos.
- Intolerancia al frío.
- Piel seca.
- Caída del cabello.
Síntomas del hipertiroidismo
Si, por el contrario, se tiene demasiada hormona tiroidea en la sangre, el cuerpo trabaja más rápidamente. El 2% de las mujeres adultas padece hipertiroidismo. Los síntomas más frecuentes son:
- Nerviosismo.
- Sudoración excesiva.
- Intolerancia al calor.
- Insomnio.
- Pérdida de peso.
- Diarreas.
- Molestias oculares.
La medición de la TSH es esencial para vigilar cualquier patología tiroidea, también en el cáncer de tiroides. Nos indicará el nivel al que trabaja el metabolismo.