Todos hemos sucumbido a la comida rápida: hamburguesas, pizzas, frituras, helados con extras de caramelo o chocolate, etc. A no ser que se tenga una fuerza de voluntad extrema y puedas sucumbir a su llamada esporádicamente.
La comida rápida viene del inglés “fast food” y se ha asociado a “comida basura” o “comida chatarra”. California es la tierra natal de la comida rápida.
La comida rápida es la comida preparada que se puede llevar caliente de los restaurantes (hamburgueserías, pizzerías, establecimientos de pollo frito…) y se puede comer inmediatamente. También son los platos precocinados que solo hay que recalentar antes de servirlos.
Tiene gran cantidad de calorías, grasas saturadas, sal y azúcares que estimulan el apetito y la sed.
Todos sabemos que este tipo de comida se puede comer de vez en cuando, pero no convertirla en comida habitual, porque las contraindicaciones son muchas:
- Alto contenido en colesterol (grasa para taponar nuestras venas y arterias).
- Engorda bastante.
- No se conocen a ciencia cierta el origen de sus carnes y demás productos.
- Muchas calorías y pocos nutrientes para el organismo.
- Su consumo se relaciona con diabetes tipo 2.
Otra cuestión es ver qué se considera comida basura, no es lo mismo comer una pizza en un establecimiento, que hacerlo en casa con una pizza casera. La comida basura, más que una comida en exceso de calorías, es una comida con una baja calidad de nutrientes e ingredientes.
Si pensamos en el número de comidas que hacemos a lo largo de la semana, aproximadamente unas 20 a 30, considerando que llevamos una dieta saludable, hacer un 10% de las comidas en forma de comida basura es totalmente asumible, pero el resto de comidas las debemos hacer de forma equilibrada.