Cada año a nivel mundial, 2,8 millones de muertes se atribuyen al sobrepeso y obesidad, pues se sabe que estos son factores clave en la aparición de enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer.
Desde hace algún tiempo el término adicción a la comida ha venido ganando relevancia dentro de la población general. De hecho, muchas personas suelen percibirse como adictos a la comida, al no poder controlar el ansia de comer cierto tipo de alimentos.
Aunque el término fue propuesto por primera vez en 1956, no había despertado mucho interés hasta hace aproximadamente dos décadas.
Al día de hoy no existe consenso en la comunidad científica acerca de si la adicción a la comida es una adicción a sustancias, como por ejemplo el azúcar, o es una adicción comportamental, relacionada con el acto de comer. Una buena defensa de la adicción al comer la podemos encontrar publicada en Neuroscience and Biobehavioral Reviews.
Los autores del artículo defienden que este trastorno tiene más similitudes psicológicas y fisiológicas con las adicciones comportamentales, que con la adicción a sustancias. En este sentido, no es la comida en sí, entendida como una sustancia externa la que activa el sistema de recompensa, sino el vínculo endógeno que se establece entre las señales de hambre y saciedad con el sistema de recompensa, lo que permite explicar esta adicción.
En general se considera que hay adicción cuando la persona pierde el control consumiendo algo. Esta sustancia se convierte en una obsesión e interfiere con su vida cotidiana. También hay síndrome de abstinencia, es decir, dolor y malestar si se retira la sustancia adictiva.
Para algunas personas, comer compulsivamente es una forma de afrontar el estrés, la ansiedad y el dolor. Esta es la clave en la adicción a los dulces, ya que la ingesta de azúcares hace descender los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y produce una descarga de dopamina similar a los opiáceos.
Como lo hemos dicho, mientras que la adicción a sustancias como el alcohol, la nicotina y otras drogas sí está perfectamente caracterizada y puede diagnosticarse, sobre la existencia de la adicción a la comida, la comunidad científica no ha llegado a un consenso.
Una parte de la comunidad científica considera que hay evidencias suficientes como para afirmar que existe la adicción a la comida, e incluso se han desarrollado herramientas para evaluar esta dependencia (Food Craving Questionnaire, Dutch Eating Behavior Questionnaire, Three Factor Eating Questionnaire, Power of Food Scale y, la más específica, la Yale Food Addiction Scale ).
Varias razones apuntan a que, efectivamente, la adicción a los alimentos puede ser una patología nueva, ya que presenta similitudes con otras adicciones