Se estima existen aproximadamente 250 millones de casos de hepatitis B en el mundo, principalmente en países como África subsahariana, Asia y las islas del Pacífico. Aunque hoy en día también ha proliferado esta afección en regiones de América del Sur, las zonas sur de Europa central y oriental, Asia y el Medio Oriente.
En la mayoría de los casos, la inflamación del hígado comienza de forma súbita y solo dura unas pocas semanas. La forma más común de contraer esta enfermedad, es insertando en nuestro cuerpo algún objeto contaminado con sangre de alguien que ya posee el virus.
Para evitar algún contagio, lo primero, es no realizar ningún proceso invasivo del cuerpo, como por ejemplo, tatuarse las cejas o inyectarse Botox en un lugar poco fiable que no cuente con las normas más elementales de higiene, ni tenga permisos.
Lo segundo es ponerse vacunas en contra de los tipos de virus más común que suelen ser los de tipo A, B y C (Las dos primeras se le aplican a los niños durante los primeros meses de vida).
Y lo tercero, es utilizar continuamente protección al mantener relaciones sexuales.
Aunque por lo general las hepatitis víricas raras veces pueden conllevar a la muerte o a las hospitalizaciones de emergencia. Es importante mantenerse en control del estado de nuestro cuerpo, realizándonos un examen de sangre general cada 6 meses o al año.
Desde el año 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora cada 28 de julio el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica. El objetivo de esta fecha es impulsar a nivel mundial todas las iniciativas y estrategias que pueda realizar el sector salud en contra de las hepatitis víricas.