Autor: L. A. José Luis Hernández Tlapala
Actualmente, nuestro país es el producto del sincretismo de dos vastas culturas, la europea, a través de los colonizadores y misioneros venidos de España, y la originaria de los pueblos de nuestro continente, constituidos en verdaderas sociedades perfectamente estructuradas, con sistemas políticos, religiosos y culturales muy bien definidos.
El México actual forma parte de lo que se denominó Mesoamérica o América Media, y que abarcaba desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica
Dentro del actual territorio de México se reconocen como áreas culturales el Altiplano Central, el Área Maya, Oaxaca, Occidente, Guerrero y el Norte. Cada una de ellas ha tenido una larga historia de asentamientos humanos que han compartido agricultura, arquitectura urbana, desarrollo tecnológico y astronómico, mercado, organización militar y religiosa, conformando las culturas originarias de Mesoamérica.
Entre estas culturas originarias, la cultura Olmeca es conocida como la madre de las culturas de Mesoamérica, como la Azteca, Náhuatl o Mexica, herederas de su legado, y representa una de las más antiguas culturas que poblaron y florecieron en el Continente Americano y que se ubica temporalmente en el periodo Preclásico del Altiplano (1,200 a 400 A. C.).
De las características más destacables de esta cultura podemos señalar las majestuosas cabezas colosales, cuyo origen y objetivo representaron en su momento todo un enigma. Las primeras investigaciones arqueológicas de la cultura Olmeca fueron llevadas a cabo por Matthew Stirling en Tres Zapotes en 1938, estimuladas por el hallazgo de una cabeza colosal en el siglo XIX.
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