Autor: Dr. Gilberto Vargas Alarcón
Director de Investigación
La investigación científica y, por tanto, la generación de conocimiento en diversas áreas ha crecido de forma vertiginosa en los últimos años. Actualmente, durante la pandemia de COVID-19 que azota a la humanidad, se han realizado un sin número de investigaciones enfocadas a la búsqueda de tratamientos adecuados para combatirla y de forma inédita, en menos de un año, se han generado varias vacunas de diversos tipos. El diseño y prueba de estas vacunas se ha realizado en tiempo récord gracias a los grandes aportes económicos tanto de los gobiernos como de las farmacéuticas, pero de forma importante gracias a los avances tecnológicos que se han gestado en los últimos años. La investigación científica ha crecido de la mano de la innovación tecnológica, la cual ha permitido el diseño de equipos de alta tecnología, que al llegar a los laboratorios han beneficiado a los científicos y han permitido la realización de más y mejores investigaciones. Sin embargo, los equipos de alta tecnología son costosos y desafortunadamente no están al alcance de todos los que nos dedicamos a la investigación.
Cuando se logra tener uno de estos equipos y dado que tienen alta capacidad, uno o unos pocos investigadores pueden sacarles el provecho adecuado. Así, muchos centros de investigación y universidades han optado por concentrar estos equipos en espacios definidos con el fin de que puedan ser utilizados por un mayor número de investigadores, optimizando de esta forma su uso y, por ende, bajando los costos de los insumos que utilizan. Con este objetivo, el Instituto Nacional de Cardiología ha creado un laboratorio con equipo de alta tecnología recientemente adquirido y que dará servicio a nuestros investigadores y en cierto momento a investigadores de otros institutos que lo requieran.
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