Autora: Dra. Laura Leticia Rodríguez Chávez
En 1796, el médico rural inglés Edward Jenner, después de observar que las mujeres que ordeñaban vacas enfermas no presentaban viruela humana, inoculó fluido de las pústulas de la viruela de vaca a un niño para inmunizarlo.
En 1802, el rey Carlos IV promovió la vacunación contra viruela, misión encomendada a Francisco Xavier de Balmis, quien partió de la Coruña, España, en 1803, con 22 niños expósitos en los que sucesivamente se iba inoculando de brazo a brazo; fue acompañado por Doña Isabel Cendala y Gómez, directora de la Casa de Expósitos, quien traía a su hijo y además fue la única mujer en la Real Expedición filantrópica de la vacuna. Así, llegaron en 1804 a Puerto Rico, Venezuela, Cuba, luego a Sisal (Yucatán) en abril, y a Veracruz en julio de ese año. La vacunación antivariolosa con técnica brazo a brazo había iniciado con dos sirvientas mulatas que habían sido inoculadas en Puerto Rico, trasladadas a Cuba y posteriormente llevadas a Veracruz el 1 de abril de 1804. De allí, se hicieron dos expediciones: una a Campeche y otra al Valle de México, a donde llegaron el 25 de abril de 1804. Con esas dos expediciones y la llegada de Balmis, la vacunación se extendió a todo el territorio de la Nueva España.
A principios de 1805, Balmis partió de Acapulco a Filipinas con 24 niños expósitos mexicanos para realizar la vacunación en Filipinas y China, primera campaña internacional antivariolosa (100 años antes de la creación de la OPS y 150 años de la OMS.)
En 1868, el doctor Ángel Gaviño Iglesias trajo el virus de la vaccinia para la producción masiva de la vacuna, pues con la técnica brazo a brazo existía el riesgo de transmitir las sífilis, por lo que se prohibió esta técnica en 1918. En 1912, se fundó el primer laboratorio que produjo linfa vacunal de bovinos en Mérida, Yucatán. En 1915, se aprobó usar esta vacuna en todo el territorio nacional y a cargo de Braulio Ramírez, se preparó en el Instituto Bacteriológico
Nacional, en 1916.
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