Autora: Dra. Guadalupe Hernández Pacheco
El corazón es el órgano que bombea la sangre a través de los vasos sanguíneos llevando oxígeno y nutrientes a cada célula del cuerpo. Sin embargo, esta función puede ser afectada por diversos factores como son las enfermedades congénitas, las arritmias cardíacas, así como por un estilo de vida inadecuado como lo es el sedentarismo, el tabaquismo, el alcoholismo y una dieta inadecuada, que contribuyen al desarrollo de enfermedades como la obesidad, la hipertensión y la diabetes, y por esta vía al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, que causan disminución del aporte de sangre a varios órganos incluido el cerebro.
El cerebro, para su funcionamiento, requiere de un suministro continuo de oxígeno y nutrientes, mediante un flujo sanguíneo suficiente y eficiente. De hecho, el cerebro demanda de 15 hasta 25% del volumen de sangre que expulsa el corazón, con un flujo sanguíneo cerebral de entre 40 y 50 ml de sangre por cada 100 g de tejido cerebral por minuto, a pesar de que representa apenas alrededor de 2% del peso corporal.
Y es en el cerebro en donde se llevan a cabo los procesos de la memoria, la cual es definida como la capacidad de la mente para almacenar, conservar, procesar, recuperar información y experiencias vividas. La memoria como una función del cerebro incluye, entre otras, la memoria sensitiva (relacionada con los aromas, los sonidos, las imágenes), la memoria motora (la que atañe a actividades como el caminar, nadar, andar en bicicleta) y la memoria episódica (eventos del pasado).
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