Autora: Leonor J. Jasso Soto. Año 2000
“Por el encabezado ya saben el tema y sobre que patio escribiré, y aquí sí me faltaría espacio para tantos recuerdos: Claro que me refiero al Patio de mi casa de Iturbide, aquel enorme patio no sólo de mi infancia sino de toda mi vida, pues ustedes saben que apenas hace un par de años dejamos tan querido predio.
El patio con plantas y árboles, la mayoría frutales, como granados, naranjos, limoneros, limas, duraznos, parras de uvas, moras, higueras, guayabos, un aguacate y una enorme palma datilera, llegando a tener también grandes cosechas de hortalizas que mi abuelo cultivaba con esmero. También había nidos de aves y pajarillos que por las mañanas nos anunciaban jubilosos el nuevo día mediante un concierto de trinos y aleteos.
Por supuesto que en ese patio existió también un jardín con espárragos de alas de Ángel, azucenas, rosales, jazmines, elizas, jacintos, teresitas y enredareras de San Pedro, cuyos aromas aunados a los azahares en marzo me resultan inolvidables, y obviamente era muy visitado por grandes mariposas amarillas con negro y otras no tan grandes de colores rojizos y hasta colibríes de largos picos. En el patio también hubo animales domésticos que en su tiempo alimentamos y cuidamos como gallinas, conejos, palomas, patos, un perico y desde luego nunca nos faltó un perro en casa.
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